sábado, 28 de noviembre de 2009

El síndrome de Marilyn

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Desde que la reina mala de Blancanieves pasó por el trance diario de enfrentarse a un espejo, muchas mujeres, a lo largo de la historia, han hecho de ese trance su agónica rutina. Algunas toman decisiones drásticas apenas la primera arruga se les revela; la que no se hace adicta al bisturí, invierte una fortuna en antidepresivos. Sólo las más osadas se quitan la vida, dejando claras su preferencias:
- Antes muerta que vieja, o Mejor sin vida que sin belleza.
En 1962 la mujer más deseada del mundo se apartó de la vista de todos a prueba de barbitúricos. Puede que no soportara el hecho de pasar a un segundo plano, de tener que ceder su corona de diva en el gran certamen internacional.
Ella dejó la realidad y optó por el mito.
A la orden del día, en todas las mesas, se debate ardorosamente sobre los derechos de la mujer. Sobre sus deberes no se enciende la mínima chispa. Pero el deber de estar bella continúa pesando como un muerto y nos atrofia los pies con que torpemente avanzamos.
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miércoles, 25 de noviembre de 2009

La verdadera historia de Babel

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Que la torre alumbraría el ocaso de la comunicación humana venía anunciándose desde hace tiempo.

El Político que ordenó construirla estaba, de hecho, lleno de redundancias, duplicante reiteraba su insistencia:

- Lo vuelvo a repetir, estará acabada para la procesión de marzo -. Solía decir.

Y se volvía como el ajo.

- Desde el punto de vista democrático, la mitad de sus palabras sobraban y en la otra mitad gobernaba la mentira-. Opinaba, como yo, la primera persona del Vecino que siempre hablaba en singular.

El Arquitecto encargado de diseñar la torre era incapaz de acabar las frases, si, vacilaba, vacilaba siempre, en el abismo… de las preposiciones, y una conjunción bastaba para distraerle los finales y… y eso.

Ante tal desmán de verbalidades un Profeta

que hubiera sido poeta

si no fuera por sus rimas de trompeta,

iba sembrando gerundios e hipótesis de cataclismo con el dardo de su subjuntivo.

(El Albañil no más se quedó mudo).

Y el sumario declaró culpable a la torre de agramaticalidad involuntaria.

- Era incorrecto y nosotros sin saberlo - afirmaron todos.

A lo que el juez respondió- Hay que conocer la norma aunque sea para quebrantarla.

Del juicio se hicieron eco los titulares de los periódicos con tilde diacrónica. Y fue así que surgió y se difundió la incomunicación humana verdadera, que es cuando no se entienden dos personas que hablan en el mismo idioma.

-Yo lo ví con mis propios ojos - dije yo con mi propia boca.

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miércoles, 4 de noviembre de 2009

La caja de Pandemia

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Con el dinero de la lotería quiero:

Fundar una ciudad con mi nombre,

salvar de la miseria a un pobre

cediéndole un 2% de mi dinero.

Abrir la caja de los males de la gripe

e invertir en farmacia reparadora,

que el comercio consiente a Pandora

lo que la ética no le permite.

Que donde manda comandante

no manda marinero.

Cuando autoriza el dinero,

la democracia nos miente.
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Breve historia de La Radio

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Nació en la década de los veinte, pero la historia de su concepción es una suerte de delirio de físicos, y de concesiones del Premio Nobel. El honor de la primera emisión en directo recae en Argentina y en Wagner, cuando la Panafalia colmaba oídos en el Coliseo de Buenos Aires, y viajaron los acordes al otro margen del Atlántico. Las ondas de la radio habitaron, poco a poco el planisferio, y hacían resonar perdidos los ecos, del grito tardío de socorro y sin remedio del telégrafo del Titanic. En España, un poquito más tarde, brotó la primera emisora: Radio Ibérica fue un grupo de frikis, que pasaban el rato fabricando aparatos de radio. Era costumbre española durante la República ir a los casinos y a los bares a comentar las apariciones de los políticos. Y por aquel entonces, el primer concurso de la radio concedió un premio de doscientas pesetas al acertante del título de un cuplé. Ya en la Guerra cada bando hizo suyas las estaciones de radio, difundiendo la esperanza de sus ideales, y de paso el miedo a las ideas de sus rivales. También reservaron un espacio entre sermón y discurso, a la búsqueda de parientes desaparecidos. Todo un detalle. Hubo unas pocas emisoras musicales que no fueron devoradas por la política. Y fue así que en los compases de la espera del fuego enemigo, apostados en las trincheras, los combatientes hallaron la evasión del dolor. Y hallaron los hogares españoles, la melodía de la esperanza. La guerra se fue apagando poco a poco, con sus vencedores y vencidos, y rodaba el éxito de la telegrafía sin hilos, cuando por fin llegó a España, tardanero como siempre, el aparatito mágico. Simplificador de ondas para consumo propio, caprichoso y ostentoso a partes iguales, no cayó muy bien la novedad en un país que estaba hambriento de pan, donde no había campo sin tractor, ni hortera sin transistor. Hambriento de pan y hambriento de libertad estaba el pueblo español, y al calor de la insurrección llegaba el clamor de la Radio Pirenaica, emisora clandestina del partido comunista cuyas leyendas situaban en la frontera de Huesca con Francia y cuya procedencia real estaba un poquito más lejos, allá por Moscú. Su discurso en la postguerra se opuso a la emisora financiada por la CIA, legal según el Ministerio de Guerra: la que colmaba la frecuencia de anticonceptivos comunistas, para gusto del Dictador, se llamaba Radio Liberty, con toda osadía. Y se hizo la Tele. Y ni el último demente creyó en la salvación de la radio,¿Por qué iban a existir juntos dos medios con el mismo fin? Si el tren hizo desaparecer la diligencia, el televisor haría lo propio con la radio. Pero ella no desapareció, y en la contienda de medios por el control ideológico, sigue hoy en día a pie de combate. Será que la tele se ha especializado demasiado en lavarnos el cerebro, y de vez en cuando a los seres humanos nos gusta descansar de no pensar. .
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