martes, 21 de abril de 2009

MUÑECO DE NIEVE

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Se acerca mi final.
 El sol avanza y pronto refulgirá en su trazo sofocante.
 No quisiera adolecer a esos niños que perfilaron mi invierno
 así me desapareceré de sus vidas
 con una pieza de sandía por boca
 sin dejar de sonreírles.
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¡ SALUD !

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El doctor Paradoja brindó por lo hermoso de la vida segundos antes de apurar todo el veneno de su copa.
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ENCUENTROS

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Al doblar la esquina encontró la muerte y se juró no volver a pasar por esa calle..
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LA PLAYA

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No hubo dinero para viajes durante la posguerra y en sus 68 años de vida siempre soñó con conocer el mar. Ahora, con sus pies hundiéndose por fin en la arena, maldecía el edicto que había sembrado en aquella orilla, un hotel cinco estrellas.
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lunes, 13 de abril de 2009

A un niño soldado..

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Es la segunda vez que Marzo desaparece dejándome enterrada bajo tierra
 a tres metros del suelo que pisas.
 No sabes aún, niño soldado, aspirante a las hojas del laurel de la victoria, que en un pueblecito de Rusia vive el hombre al que más miedo consigue despertar la muerte.
Él es inventor, el oficio mejor pagado que existe, y el creador de uno de los ingenios más importantes del siglo XX.
Se llama Mijail Kaláshnikov quien  - emulando al doctor frankestein -
- primero que se pusieran de moda las patentes -  tituló a su criatura con el mismo nombre que usaba él para ser llamado.
Antes contaban las viejas, ahora lo hacen las estadísticas, y según ellas,  ni bombas atómicas, ni rifles, ni tanques, ningún otro descubrimiento en el mundo ha servido para matar más vidas de mujeres y hombres.

 El anciano ruso intuye que, si es cierto lo que algunos dicen y hay un dios allá en los cielos, éste difícilmente va a querer perdonarlo.  Por ello que jamás desayuna con el noticiario.
 Vive, desorientado y negligente, ignorante del planisferio de guerras, en su hogar de terruño. y presiente que  viviendo con recato, remoto al beneficio que su vástago fusil de infantería podría darle, redimirá su gran pecado de haber obsequiado a la muerte con la más elegante de sus guadañas.

 Él sabe algo que yo sé, algo obvio que nadie ha confesado a los niños soldados del mundo, 

 que en las tumbas de los cementerios no hay buzones de correos


no llegan sobres de felicitaciones ni coronas de gloria, y el servicio postal del campo santo – perdonen lo facilón del chiste - está más muerto que vivo.

El anciano que no podrá llevarse consigo la orden de la estrella roja, sabe, en cambio, que su lugar de destino

amén de residencia
paradero de vidas
hogar de hogares
su colofón,
su epílogo,
su desinencia,
será la misma de aquellos que cayeron fulminados por su retoño
quien le otorgó por siempre, renombre y gloria.
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Con imágenes de: Scrappingmar©

 
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