sábado, 28 de febrero de 2009

Finales trágicos

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El 27 de Octubre de 2009 disparé por primera vez contra Aurora. Ella rodó sobre su costado derecho, con más ostentación que elegancia, desordenando su tupida cabellera rubia sobre la superficie del escenario. Como sucedería todas las noches desde aquel jueves, tras el crimen llegó la aclamación de la concurrencia, que abandonó el teatro en bisbiseos minutos más tarde.
Jamás sucedió, pero si alguno  de ellos hubiese girado la vista me habría sorprendido erguida bajo el foco intermitente, esperando a Raúl el conserje, quien me ayudaría a preparar la mezcla de fosfato trisódico,  con la cual - como sucedería todas las noches desde aquel jueves - limpié las salpicaduras de perjurio de sangre.
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miércoles, 18 de febrero de 2009

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Érase una vez un campo, en la década de los cuarenta, donde la gente podía ir a vivir sin pagar una hipoteca. Lucían verdes los jardines delanteros y la nieve vestía la llanura de su frescor azucarado durante el invierno. Cada día, desde el horizonte, se divisaba silbante un ferrocarril transportando nuevos inquilinos a las puertas del terreno. En la encrucijada de dos caudalosos ríos, la constructora alemana había levantado casitas de arcilla roja donde habitaban reunidas las familias. La urbanización tenía baños - pocos, pero menos es nada - y seis enormes cocinas funcionando noche y día a todo gas...

 Todavía hay quien dice que lo de Auschwitz fue un cuento no recomendado a menores de 18. Eso debieron pensar los gobiernos de la época, que se cruzaron de brazos a sabiendas de la hecatombe humana que estaba produciéndose.
 - un MISTERIO - asevera la guía turística, que no osa decir VERGÜENZA a riesgo de parecer indecorosa o políticamente incorrecta.

 un MISTERIO es saber QUIÉN nos roba las palabras...
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Pasos de nieve

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Me encuentro en la puerta de embarque de un avión que en breves partirá hacia Atenas, con un periódico alemán y un café gratuito en la mano, de esos que como buena española nunca rehuso.

Faltan tres horas y pico para mi viaje de vuelta a Madrid y a otros asuntos que dejé suspendidos.

Ahora estoy en Munich aunque esta mañana el sol me despertara en Varsovia, entre graznidos de pájaros negros. Tan negros que parecen insultar al blanco invernal polaco. Tan inquietantes como para merecer el apelativo que acostumbran: Kafka.

(Hay nombres deliciosamente maravillosos).

Tardaré una primavera en sacarme este regustillo a zubrówka de las encías. Tardaré sin embargo, veinte, en dejar de esperar la llegada del tranvía. El ferrocarril urbano con billete al siglo pasado, del que no bajan los mismos que suben.

-Hay dos tipos de cosas: las que cambian y las que te cambian- pienso mientras evoco el crujir de los pasos de nieve. Yo no sabía que la ausencia de frío en el cuerpo pudiese congelar un alma.

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