viernes, 3 de julio de 2009

De Completamente Londres b)

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Las hectáreas de césped, aún en esta época más bien amarillenta del año, la delatan como la ciudad más verde de Europa. Londres luce esta proclama, orgullosa, en todas las guías de viaje, también en la mía. Algo cuanto menos singular, cuando plantado en mitad de las aceras, el viajero advierte una jauría de coches imitando manadas de lobos por la alameda de asfalto. La capital británica engulle todo lo que uno quiera darle, como una boca de depuración, tritura sobre todo la paciencia. Una imagina lo que necesita Londres para sobrevivir un día, para ser completamente Londres, y tener sus escaparates henchidos de promesas: - miles de propuestas para comer, ver, comprar, tirar,.. ¡en un sólo día! La ciudad más verde de Europa es, honradamente, una gran chimenea. Su gran boca de humo la conforman todos los souvenirs que jamás rebasarán la frontera, las viandas (siempre exóticas) que no se ingestarán, y en fin, todo lo producido que ciertamente era innecesario. Londres es, ante todo, legitimación de un sistema económico. Contaminante y tentador a partes iguales, se revela como una gran bombilla rutilante a la que el turista escasamente se resiste. He pecado, lo confieso. Como el resto de polillas, también he quedado atrapada en la luz cegadora de Londres. Supongo que es interesante para la dignidad de la persona liberarse de ella, aguzar el criterio y hacer lo posible por aborrecerla. Recomiendo vivir en la ciudad un tiempo, el amor deja de ser platónico cuando día a día se ven las arrugas en la novia. Sólo entonces se es libre de amarla, repudiarla o maquillarla valiéndose de la gran oferta de ungüentos disponibles en la zona.  Por más que insista mi guía de viajes, yo sé que Londres no es la ciudad más verde de europa (inasequible en sí misma) pero, ¿adivinan qué?
I don't dislike it.
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